Los presidentes de Estados Unidos y Turquía, Donald Trump y Recep Tayyip Erdogan, respectivamente, acordaron este martes mantener una "coordinación" para estabilizar la situación en Libia.
La Presidencia turca indicó que ambos mandatarios han mantenido durante la jornada una conversación telefónica en la que han abordado además las relaciones económicas bilaterales, tal y como ha recogido la agencia estatal turca de noticias, Anatolia.
La Casa Blanca confirmó la conversación y manifestó que ambos líderes han abordado asuntos económicos y que han incidido en la necesidad de "un acuerdo negociado para los problemas regionales", sin mencionar Libia de forma directa.
El Gobierno turco puso en duda el lunes la voluntad de Jalifa Haftar de aceptar un alto el fuego en Libia y dijo que cree que el mariscal de campo intenta "ganar tiempo" tras los varapalos que sufrió sobre el terreno durante los últimos meses.
La reacción de Ankara llegó a raíz de las afirmaciones de la semana pasada por parte de Rusia sobre la disposición de Haftar a respetar un alto el fuego. Moscú pidió además a Turquía que convenciera al Gobierno de unidad para que lo aceptara.
El Ejecutivo de unidad logró repeler la ofensiva lanzada en abril de 2019 por Haftar contra Trípoli gracias al apoyo militar de Turquía desde principios de año y mantuvo sus avances hacia la ciudad de Sirte ante el repliegue de las fuerzas orientales.
Por su parte, la Cámara de Representantes, el Parlamento asentado en el este de Libia, pidió a última hora del lunes la intervención directa del Ejército egipcio para contrarrestar el apoyo que Turquía está ofreciendo al Gobierno de unidad.
La petición del Parlamento de Tobruk se produce después de que el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, amenazara hace unas semanas con una intervención directa en Libia para "garantizar la estabilidad nacional", cuya legitimidad sostuvo en base a la intervención de Turquía del lado del Gobierno libio.
La duplicidad institucional en Libia se retrotrae a las elecciones parlamentarias de 2014, que dividieron las administraciones, sin que las asentadas en el este --anteriormente reconocidas por la comunidad internacional-- y el Gobierno de unidad, surgido de un acuerdo en 2015, consiguieran pactar su unificación desde entonces.